El último tema de la asignatura hace referencia a los factores interpersonales del proceso de enseñanza-aprendizaje. Dentro de este, encontramos las interacciones maestro-alumno, las características del maestro y el rendimiento escolar, la interacción alumno-alumno, la práctica educativa familiar y finalmente, la disciplina en el aula.
Lo cierto es que a lo largo de la realización del mismo, no he dejado de recordar en ningún momento lo que ha sido mi escolarización a lo largo de toda la etapa de enseñanza obligatoria. Me ha servido de mucha utilidad el poder comparar lo que se exponía en el mismo con lo que yo he vivido, ya que aunque muchas veces me invadan las dudas sobre cómo llevaré a cabo mi práctica docente, lo que si tengo muy claro es lo que no voy a hacer.
En primer lugar, hablaré sobre la interacción profesor- alumno. Considero que es fundamental que los niños tengan curiosidad por aprender, se mantenga su interés a lo largo de la realización de una actividad… y para ello es fundamental presentarles el valor de lo que se realiza. A lo largo de mi etapa como estudiante he vivido la desmotivación que suponía el hecho de no encontrarle sentido a nada de lo que estaba haciendo, cosa que hacía que los aprendizajes que iba adquiriendo a base de la mera memorización de contenidos fueran muy poco significativos y motivadores. También es muy importante que los alumnos perciban que el maestro les escucha, se preocupa por ellos, evita comparaciones… en las escuelas tradicionales, la formulación de actividades se plantea de tal forma, que genera un clima de competencia y rivalidad en el aula. Además, se premia a los niños que no “perturban” el ritmo de la clase con sus intervenciones y se dedican única y exclusivamente a obedecer.
Por otro lado, es fundamental fomentar la autonomía, con prácticas basadas en la estimulación de la argumentación. Siempre se habla de la importancia de las estrategias inductivas, ya que los niños tienen que saber con anterioridad las consecuencias previas que puede tener una determinada conducta. Estoy a favor de los castigos por reciprocidad, ya que en mi opinión se ha de ser coherente cuando se le impone un castigo a un niño, y este tiene que tener relación con la falta cometida. Con la realización de las prácticas pude comprobar cómo cuando un niño adopta una conducta disruptiva, y la maestra reacciona aplicando una sanción que no tiene nada que ver con la conducta realizada, el niño no comprende el motivo de su castigo, por lo que las probabilidades de que desaparezca la conducta en un futuro son prácticamente nulas. Llama la atención el hecho de que algunos profesores intenten ser modelos de valores que ni ellos mismos poseen. He presenciado situaciones en las que una maestra se dirigía en tono muy elevado a un grupo de niños con la siguiente afirmación: ¡no se chilla! Es fundamental que no se produzcan incoherencias ya que estas desestabilizan mucho a los niños y les crean desequilibrios emocionales. Me parece un buen recurso para que los niños se identifiquen con buenos modelos el uso de cuentos que transmitan valores como la amistad, la bondad, el respeto…
En segundo lugar, la interacción alumno-alumno tiene un papel muy importante en cuanto al grado de motivación que experimentan los alumnos se refiere. Es fundamental que, tal y como he mencionado con anterioridad, evitar cualquier tipo de interacción competitiva. Creo firmemente que el mejor trabajo es el que se lleva a cabo en grupo y pequeño grupo, fomentando así el trabajo cooperativo. Además, se trabajan implícitamente habilidades como la comunicación, la organización… Es cierto que hay algunas actividades que son necesarias realizarlas de manera individual, como por ejemplo, escribir. Sin embargo, la organización por grupos de trabajo cooperativo es muy motivadora para los niños.
En tercer lugar nos encontramos con la práctica educativa familiar. El tipo de estructura familiar más extendida en la actualidad, es la nuclear, formada por la pareja y los hijos no adultos. La familia tiene una serie de funciones entre las que se encuentran ofrecer cuidad y protección a los niños, contribuir a la socialización, dar soporte en la evolución de sus hijos, ayudar para que sean personas emocionalmente equilibradas… cabe destacar la importancia de los primeros años de vida de las personas ya que muchas veces no se les otorga el valor que tienen.
Cuando los padres exigen el control sobre la conducta de sus hijos combinando firmeza y razonamiento, ayudan más a hacer que el hijo adopte un autocontrol adecuado. Los padres tienen que mantener unas normas claras y explícitas y poder poner límites, fundamentándose en una disciplina basada en las explicaciones, la aprobación y la desaprobación.
En cuanto a las prácticas educativas, me posiciono a favor del estilo denominado democrático, ya que se combina un ambiente comunicativo y afectuoso. Favorecen la autoestima de los hijos y contribuyen a la autorregulación responsable.
Finalmente, en lo que a disciplina en el aula se refiere, he comprendido la importancia de considerar que el establecimiento de normas y su cumplimiento son fundamentales para que se pueda producir un aprendizaje y un clima de convivencia adecuada. Es básico que se creen unas relaciones que garanticen el respeto a los demás y una convivencia armoniosa en el aula. Para ello, es necesaria la disciplina porque sin ella no se puede convivir. Me ha cambiado mucho la percepción en lo que concierne al concepto de disciplina, ya que antes la consideraba como algo meramente autoritario. He vivido una disciplina basada en las amenazas y en los castigos, y es por ello que se hace realmente difícil cambiar la idea que tengo sobre el concepto. Sin embargo, con la realización de las lecturas, he comprendido que la disciplina ha de basarse en la participación, en la argumentación y en la reflexión y que para ello hay que armarse de paciencia.